Adolfo Rua nace en 1960 en Madrid, ciudad en la que su padre (nacido en Sevilla). Estudia pintura en la prestigiosa Academia de Bellas Artes de San Fernando. Poco después, la familia se traslada a Málaga, donde su padre abre un estudio de pintura que funciona como los antiguos talleres artísticos desde el Renacimiento, y en el cual realizan los numerosos encargos que reciben (retratos, paisajes, bodegones, copias de Maestros antiguos y modernos…) y para pintar los cuales requiere la ayuda del hermano mayor de Adolfo y de éste. Así, desde muy pequeño, Adolfo Rua es instruido por su padre en el oficio de pintor, aprendiendo desde los aspectos más básicos, como la preparación del lienzo, su montaje y tensado, hasta la mezcla y teoría de los colores, el empaste, las veladuras, el barnizado, etc,, sin olvidar el dibujo de la figura, la perspectiva y la composición.

Así, en ese entorno, su precocidad se concreta en una primera exposición individual en Málaga cuando cuenta tan sólo 12 años de edad. Con 19 años se traslada a Barcelona, donde se dedica a pintar sus calles, plazas, estatuas y fuentes.

Vive durante unos años en Holanda, donde de igual modo se dedica a pintar los paisajes y paisajes urbanos característicos del lugar, participando a menudo en conocidas ferias de arte al aire libre, donde acostumbra a vender toda su producción.

De vuelta a Barcelona, fija su residencia en el pueblo costero de Sitges, de gran tradición artística y donde pronto se convierte en uno de sus pintores más emblemáticos y apreciados. Es en esta etapa cuando comienza su personal serie de árboles, fruto de su intenso amor por la naturaleza y su comunión espiritual con el paisaje en el que vive. Paralelamente, comienza una serie de pinturas cuyo tema son los antiguos cafés y restaurantes, y en los que los característicos suelos modernistas tienen especial relevancia.

Reside una temporada en Venecia, pintando los canales, plazas, góndolas, gondoleros, máscaras y disfraces de carnaval y otros aspectos de la ciudad, y que expone en una antigua galería de arte donde, infaliblemente, vende toda su obra casi inmediatamente. Cuando la galería veneciana, motivada por la jubilación del propietario, cierra, Adolfo vuelve a Sitges, donde reside en la actualidad y desde donde viaja a menudo para participar en ferias de arte a lugares como Madrid, París, Londres, Bruselas, Suiza, Estocolmo, Carcassonne, Milán y Dallas, entre otras.

Actualmente, Adolfo Rua tiene abiertas varias líneas de trabajo, a modo de su admirado Gerhard Richter, que van desde el abstracto al retrato en gran formato,  continuando además toda la serie de árboles y paisajes de enfoque impresionista y colorista que durante tantos años ha ido desarrollando.

Fiel a sus principios artísticos, inculcados en él por su maestro y padre, Adolfo Rua ha seguido imperturbable su ideario, pintando lo que verdaderamente sentía y ajeno a las cambiantes modas, vanguardias o presiones del mundo del arte.